Pensamiento Conceptual y Sistémico

Para cultivar la sensible comprensión de los fundamentos que integran una disciplina racional tiene sentido que sea imprescindible trabajar metódicamente, aplicando en modo armónico los procesos y recursos instructivos que aporten claridad a nuestras ideas.

No obstante, la incertidumbre de no conocer a qué propósito corresponden muchas de esas ideas, yace en la perspectiva (conceptual o sistémica) desde la que se abarcan las temáticas desarrolladas en tal metodología. Para entrenar al ajedrez no pueden obviarse los matices que contribuyen a forjar el pensamiento y adaptarlos a las condiciones variables de una u otra situación, a fin de saber guiar nuestras ideas con sabiduría.

Razonamiento que se ve reflejado en aquellos esquemas cognitivos que aportan una transparente retroalimentación del tema que se estudie. Por ejemplo, cuando al jugar una partida de ajedrez se trae al pensamiento alguna técnica de análisis concreta: las estructuras jerárquicas que organizan nuestras ideas pueden considerarse sistémicas; en contraste a las nociones cuya valoración ilustra un motivo más o menos lógico para las decisiones que realizamos, de naturaleza conceptual.

Las teorías abundan y los términos que abarcan conceptos similares pueden llegar a ser algo redundantes, a pesar de que la verdad de las cosas sea una sola. Motivo exhortante a ser escépticos de las cualidades sustanciales que representan una ideología, y minuciosos en el modo que articulamos cada expresión o argumento representativo de nuestra afinidad hacia la verdad de las cosas.

«La experiencia no consiste en lo que se ha vivido, sino en lo que se ha reflexionado».

- José María de Pereda

Por ello se hace indispensable sopesar las ventajas y desventajas de cada elemento que influya en nosotros mismos y nuestro campo de actividad, aprendiendo a desapegarse de los resultados. Particularmente cuando hablamos de ajedrez. Porque la derrota puede ser desapacible, pero no debería ser una carga emocional que nos despoje del enfoque necesario para afrontar nuevos desafíos instructivos. Porque la victoria puede ser halagadora, pero no debería ilusionarnos de tal manera que conduzca a una sobre- o sub- estimación de nosotros mismos y de nuestros oponentes. Únicamente las lecciones aprendidas han de estimarse como lo verdadero.

El método aplicable, en este caso, a una disciplina como el ajedrez, demanda que seamos severamente autocríticos y consecuentes con los procesos que llevan al jugador a conocer la verdad desde su experiencia objetiva, con el propósito de lograr una percepción clara de lo esencial en todas las cosas.

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